El Islam


es una religión monoteísta abrahámica que establece como premisa fundamental para sus creyentes que «No hay más Dios que Alá y que Mahoma es el mensajero de Alá». Los eruditos islámicos definen al Islam como: «La sumisión a Dios el Altísimo a través del monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría». La palabra Islām, de la raíz trilítera s-l-m, deriva del verbo árabe aslama, que significa literalmente, ‘aceptar, rendirse o someterse’.
El libro sagrado del Islam es el Corán, dictado por Alá a Mahoma a través de Yibril (el arcángel Gabriel). Los seguidores del Islam se denominan musulmanes. Atestiguan que Mahoma es el último de los profetas enviados por Dios y sello de la Profecía.
El Corán reconoce, pues, el origen divino de la Concep judía y el Evangelio cristiano, por ello llama a los cristianos y a los judíos ‘la gente del libro’ (Ahl al-Kitab) pero no reconoce la autenticidad de los textos que actualmente tienen por auténticos los fieles de dichas religiones, afirma que han estado expuestos al tahrif o distorsión por las personas, y como resultado no son cien por ciento confiables.
El Corán afirma que Dios mandó un mensajero (profeta) a cada comunidad, llamando adorar únicamente a Dios, y a descreer en todo lo que es adorado fuera de Él. Cada uno de ellos era, guiado y recto, y obedecieron a Dios en lo que les fue encomendado, ninguno de ellos cambió o alteró su mensaje. Todos ellos eran seres humanos, creaciones de Dios, sin cualidades de divinidad o Señorío, y no pueden responder si se les pide ayuda. El Corán menciona más de 20 profetas, desde Adán hasta Mahoma y llama a Mahoma, «sello de la profecía», creen que Su misión era devolver el mensaje divino a su pureza inicial, como en su momento hizo Jesús de Nazaret o Issah ibn Maryam en árabe (Issah: Jesús, Ibn: ‘hijo’, Mariam: María), a quien Alá en el Corán lo considera como un profeta y no su hijo.
El islam se inició con la predicación de Mahoma en el año 622 en La Meca (en la actual Arabia Saudita). Bajo el liderazgo de Mahoma y sus sucesores y llego de allí a otras partes del mundo a través de las conquistas musulmanas.
El calendario islámico comienza con la Hégira, es decir, la emigración de Muhammad de La Meca a Medina. Ese año equivale al 622 del calendario gregoriano. Los años del calendario lunisolar pueden tener 354 ó 355 días. Por eso, para establecer un año islámico, no basta con restar 622 años al calendario gregoriano.
Los musulmanes tienen dos festividades Eid al-Fitr (en árabe: ‘celebración del banquete ’) [por que sigue el Ramadan] y Eid al-Adha (en árabe: ‘celebración del sacrificio’), otros agregan el día viernes.

Denominaciones:
1-sunnies: Cerca del 90% de los musulmanes son sunníes (sólo son minoría frente a los chiíes duodecimanos en Irán, Iraq y en Líbano). Creen que Muhammad fue un profeta, un ser humano ejemplar y que deben imitar sus palabras y actos en la forma más exacta posible, pues el Corán indica que el profeta Muhammad es un buen ejemplo a seguir. Los hadices describen sus palabras y actos, constituyendo el principal pilar de la doctrina sunní.
2-Chiíes: Los musulmanes chiíes, la segunda secta mayor del islam, difieren de los sunníes en que rechazan la legitimidad de los tres primeros califas. Siguen los preceptos de hadices diferentes a los de los sunníes y tienen sus propias tradiciones legales. Los eruditos chiíes tienen mayor autoridad que los sunníes y mayor amplitud para la interpretación del Corán y de los hadices. Los imanes desempeñan un papel fundamental en la doctrina chií. Las principales comunidades chiíes duodecimanas están en Irán, Iraq, Bahrain y El Líbano.

—————————

«Los países occidentales deben tener una mejor comprensión del Islam»

 

Entrevista al nuncio emérito en Medio Oriente, arzobispo Paul-Mounged El-Hachem

ZENIT Para obtener más información en la red: www.wheregodweeps.org y www.acn-intl.org

Paul-Mounged El-Hachem, nuncio apostólico emérito de Kuwait, Nacido en las montañas del Líbano, en una pequeña aldea llamada Akoura, en 2005 el papa Benedicto XVI lo nombró nuncio apostólico de Yemen, Catar, Baréin, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y delegado apostólico en Arabia que incluía Arabia Saudita y Omán.

 

¿Puedes contarnos acerca de cómo llegó a este cargo?

–Mons. El-Hachem: Durante 29 años he sido profesor de Ley Islámica en la Universidad Lateranense de Roma. En 1997, promoví una conferencia en Lugano, Suiza, sobre las relaciones cristiano-musulmanas en el Líbano y el Oriente Medio. Asistió el cardenal Joseph Ratzinger, ahora papa Benedicto XVI. El papa conociendo la importancia de tener mejores relaciones entre cristianos y musulmanes, me llamó y me pidió que fuera nuncio en esa zona del mundo. Yo tenía 71 años en ese momento.

Hay una idea errónea de que no hay cristianos en los estados árabes y del Golfo, cuando de hecho allí hay una gran comunidad…

–Mons. El-Hachem: Tenemos comunidades cristianas muy grandes en todos los países del Golfo. Tomemos por ejemplo a Kuwait: la población es de aproximadamente 3,1 millones, de los cuales 1 millón son cristianos. La población católica es de unos 400.000, siendo mayoría los filipinos y los de la India. Trabajadores pero también profesionales, como los médicos e ingenieros. Es casi la misma proporción en todos los países y podemos decir que los cristianos constituyen al menos un tercio o un cuarto de la población.

En muchos de estos países los cristianos se enfrentan a diversas restricciones. En algunos como Arabia Saudita, la Iglesia no puede construir templos, mientras que en Catar se le ha dado oportunidad a la Iglesia. En general, ¿hay «libertad de religión» o solo «libertad de culto»?¿Podría explicar la diferencia?

— Esto varía de país a país. En Kuwait hay tres iglesias católicas, oficalmente reconocidas como tales. Las otras comunidades, armenios, griegos ortodoxos y coptos ortodoxos tienen sus propias iglesias. En Catar inauguré un gran templo católico en Doha, uno de los mayores centros católicos del mundo. El emir de Catar ofreció 600.000 metros cuadrados para construir 16 iglesias cristianas. Le respondo a la importante pregunta que usted plantea, acerca de la diferencia entre la libertad religiosa y la libertad de conciencia. El Líbano es el único país en el mundo árabe y en el Oriente Medio, que declara abiertamente en el artículo 9 de la Constitución que todo libanés tiene plena libertad de conciencia, es decir que puede creer, que puede elegir la religión que quiera y si lo desea, puede cambiar de una religión a otra; un musulmán puede convertirse libremente en un cristiano y los cristianos se pueden convertir al Islam sin ninguna dificultad. Esto está muy arraigado en la ley. En algunos países –incluso en Kuwait–, hay algunos centros culturales que oficialmente están para dar a los extranjeros una idea acerca de la cultura kuwaití y de la religión musulmana, pero en realidad estos centros son de proselitismo y sirven para la conversión de los cristianos al Islam. Esto se fomenta mucho, sin embargo nunca se le permite a un musulmán convertirse oficialmente al cristianismo.

Siendo así, la mayoría de los musulmanes desean vivir en paz y son moderados, ¿entonces por qué no escuchamos a esa mayoría silenciosa? ¿Por qué sólo se escucha a los fundamentalistas y se oye hablar solamente de la violencia contra los cristianos?

–Mons. El-Hachem: Lo que usted dice es muy importante. Los países occidentales deben tener una mejor comprensión del Islam. Su comportamiento e interacción no debe provocar y estimular a los fundamentalistas y a los fanáticos para acumular más poder. Estoy absolutamente seguro de que los acontecimientos del 11 de setiembre no fueron aprobados por la mayoría de los musulmanes. Fue una acción realizada por algunos fundamentalistas, fanáticos como Bin Laden. Este fanatismo y la violenta reacción fue una respuesta contra el comportamiento de algunos países.

La otra cuestión, que altera dramáticamente el comportamiento y la mentalidad de muchos musulmanes es el problema israelí-palestino. Ese es el meollo de la cuestión. Lo otro son las consecuencias por la forma en que se fundó el estado de Israel y cómo se comportan los israelíes hacia los árabes. Si nos remontamos a la historia y se describe la acogida recibida de los judíos por los árabes cuando llegaron al Medio Oriente antes de la fundación del estado de Israel, descubrimos que fue un recibimiento muy amable. Antes de la fundación del estado de Israel eran más de 500.000 los judíos que vivían en Egipto. Más de 200.000 personas vivían en Beirut, en el Líbano y más de 300.000 estaban viviendo en Yemen, en una relación perfecta y armoniosa. Los primeros judíos que emigraron a Palestina recibieron una recepción muy hospitalaria de los árabes. Les vendieron su tierra. Se vivió una coexistencia pacífica hasta la fundación del estado de Israel. Desde ese momento, y por el hecho de que los judíos declararon a Jerusalén como suya, los musulmanes se han sentido humillados. Todo esto contribuye a un antagonismo profundo y provoca una mayor radicalización del Islam.

¿Cuál sería la respuesta?

–Mons. El-Hachem: La respuesta es la paz. La respuesta es lo que la Santa Sede ha sugerido desde el principio; dos estados para dos pueblos con límites definidos y seguros, e introducir nuevamente las buenas relaciones que los judíos y musulmanes tenían antes de la fundación del estado de Israel en 1948.

En cuanto a las relaciones radicales entre cristianos y musulmanes, se han presentado propuestas a favor de la idea de una ‘secularización positiva’, que, supongo, ¿es otra variante de la separación entre estado y fe?

–Mons. El-Hachem: En los países occidentales eso es posible. Pero la idea de secularización no es posible en el Medio Oriente. La idea de la secularización es un concepto que no existe en el Medio Oriente para los cristianos y los musulmanes, porque en el Medio Oriente la gente es por naturaleza religiosa. Es mucho mejor hablar de citoyenneté, una «ciudadanía para todos», mediante la cual los ciudadanos puedan vivir sus propios valores religiosos. El Islam no es sólo religión, sino que es tanto religión como cultura. Cada acto de un musulmán tiene tanto un valor religioso, como cultural. Nunca olvidaré cuando el entonces presidente del Líbano, Rafic Al-Hariri, antes de su asesinato, quería introducir la idea de que la religión debía ser enseñada solo en la mezquita o en la iglesia. Uno de los principales líderes de Hezbollah, me dijo: ‘¿Qué está pensando Hariri? Quiere sacar a Dios del Líbano, él no puede hacerlo… Dios tiene el derecho a estar en el Líbano’.

Que se reconozca la igualdad, independientemente de las creencias religiosas; que todos tengan los mismos derechos, deberes y obligaciones a ser reconocidos y consagrados en la ley del estado. El ideal para nosotros es la constitución del Líbano y por eso pienso que el Líbano puede ser nuestro modelo. Creo que el otro plan importante para el mundo musulmán hoy, es entender la democracia, los derechos del hombre y darse cuenta de la importancia de todas las formas de libertad. A mi parecer, una de las grandes decisiones del Concilio Vaticano II –un gran acto de coraje–, fue la declaración de la libertad religiosa que asegura que todo ser humano tiene pleno derecho a tener la religión que quiera, y esto es fabuloso y bello.

Deja un comentario